Los restoranes de la zona reciben el fin de semana turistas del Gran Mendoza que buscan comida casera, buenos vinos y el contacto con la naturaleza. Un boom que surgió hace cinco años y crece. La oferta gastronómica del Valle de Uco ha crecido notablemente, sobre todo en los últimos cinco años. La mayoría de los visitantes proceden del Gran Mendoza y arman un plan por el día, que incluye el recorrido por una de las tantas bellezas naturales que San Carlos, Tunuyán y Tupungato poseen, para terminar con la degustación de platos que van desde la cocina tradicional o chacinados hasta opciones del tipo gourmet. Este lento pero sostenido desarrollo de la gastronomía tiene muchas causas, entre ellas la cercanía con el Gran Mendoza y el mejoramiento de los caminos, el privilegiado entorno natural y el hecho de haber sabido captar a un segmento del turismo local que busca otras alternativas para el tiempo libre del fin de semana. Mercado de la añoranza La subsecretaria de Turismo de la Provincia, Gabriela Testa, analizó las causas del auge del turismo gastronómico en el Valle de Uco. Entre ellas explicó un fenómeno, detallado ampliamente por el marketing, que recibe el nombre de “mercado de la añoranza”. “El Valle de Uco tiene una fuerte historia vinculada a la gastronomía, que tiene que ver con la elaboración de chacinados y fiambres y la comida casera. Antes era habitual en las familias que se hiciera un carneo y que luego disfrutaran de lo elaborado por ellas. Lo mismo pasaba con la salsa o conservas hechas en casa. Hoy, en el Gran Mendoza sobre todo, esa tradición se ha perdido y se buscan lugares donde todavía elaboran los productos de esta manera. El mercado de la añoranza se aplica a las personas que se van a vivir a otros país y desde allí buscan consumir dulce de leche o yerba mate, por ejemplo. En otra escala, esto pasa con la gastronomía de estos departamentos: el turista busca comer una pasta con la salsa casera, como tal vez antes la hacía su abuela, o jamones elaborados a partir de un carneo tradicional”, ejemplificó Testa. Perfil de los visitantes Desde la Subsecretaría de Turismo afirman que la gran mayoría de los turistas que visitan el Valle de Uco son habitantes del Gran Mendoza, seguidos por extranjeros no chilenos y argentinos. Los chilenos siguen prefiriendo el turismo urbano, pero las campañas realizadas en el vecino país también han cambiado, porque posicionan a la gastronomía del Gran Mendoza como el principal atractivo, seguido en segundo lugar por los paseos de compras. Hoy en día los chilenos ven como un valor en sí mismo la amplia oferta gastronómica de Ciudad. Los que van al Valle de Uco son turistas que viajan en su propio vehículo y con un buen poder adquisitivo. Según Testa, muchos de ellos pertenecen a un sector social que busca cumplir con ciertas reglas del buen comportamiento y se adentran en los secretos del maridaje, es decir, la correcta mixtura entre el plato que se ingiere y el vino. También hay una tendencia en este sector de compensar el ajetreo que se vive de lunes a viernes, días en los que se come en la oficina, sin la familia o a las apuradas, con un almuerzo donde comer vuelva a ser una actividad placentera. Uno de los reclamos de los municipios de la zona es poder tener un transporte de media distancia más acorde a las necesidades actuales, que ampliaría la llegada de estas ofertas turísticas a más personas. Análisis económico Gabriela Testa afirmó que el despertar turístico del Valle de Uco ha sido más lento que en otras zonas, como el Sur provincial, pero que está afirmado en bases sustentables a largo plazo. Según la funcionaria, existe una amplia bibliografía que demuestra que el turismo surge muchas veces cuando decae la actividad económica primordial del lugar y esto fue lo que sucedió en el Valle de Uco. Esta zona, de fuerte actividad agrícola, a partir de la crisis buscó el horizonte turístico como salida y son muchos los lugareños que merced a esto pueden trabajar y seguir viviendo en su departamento de origen. Además, en la región han habido inversiones muy importantes no sólo en el corredor productivo, sino también en la infraestructura edilicia de muchas bodegas, que tienen un valor estético realmente sorprendente, a los que se suman las obras en las rutas de acceso
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